lunes, 24 de junio de 2013

I99II

Todos duermen, la precipitación no cesa. Las ideas van y vienen por mi cráneo mientras suena "Full on Kevins mom" de Soundgarden en el Spotify (ni yo sé porqué tengo esa rola). Las manecillas del reloj sobresalen por encima de los guitarrazos y las palabras, las dudas, las respuestas, las ideas, las ocurrencias, los juicios, los prejuicios, los instantes no dejan de profanar los hemisferios de mi córtex.
Mis córneas comienzan a hincharse y a lagrimear de agotamiento, Cloto perdió uno de sus dedos de vidrio y observándome, me señala con los de su otra mano; es mi culpa, he estado muy distraído últimamente, sonriendo.
Bucéo en los litorales que contienen mis recuerdos, buscando un deja-vu para estos ejercicios faciales y encuentro retazos de flashbacks caducos, ya un poco velados. Un parpadeo. Sólo un parpadeo y regresa a mi cabeza un rostro, una expresión, un sonido, una emoción. Los músculos faciales vuelven a tensarse, un vértigo estremece mi respiro y las arritmias de mi pecho comienzan a marcar un compás desfasado, exhalo. 
Tal cuál vaivén cíclico, perfumado de "podrías", la mente eclipsa mi presente y aletea en mis neuronas con sus escamas de occitocina, espasmos vuelven a mis vías respiratorias. Los poros masturban mis nervios, me vuelvo a descubrir sonriendo mientras un trueno de razón azota mis debrayes en el monitor. "podrías". El reflejo me aterriza.
"slept away", dice Gilmour, hace sonar su guitarra mientras una helada y melancólica dulzura impregna mi conciencia. Entre lo dicho y lo hecho existen dunas, templos, desiertos, océanos, planicies, llanuras, universos.... Y las probabilidades, tan lejanas que la hermosa luna de esta noche podría erizar su espalda con tan solo un movimiento de sus labios.
Tal vez hubo verdad, tal vez hubo un test, entre lo dicho y lo hecho, entre lo dicho y lo hecho... "podrías". Tal vez. Un trueno más, un trueno que impacta en la realidad con la destreza de un albatros. "podrías". Sólo podría dar por recuerdo la misma bruma de un "tal vez", de un "podrías", viene a mi cabeza el lema más famoso de un tal Juárez. Parpadeo. Un rostro. Una causa, un efecto. Curiosidad, miedo y un "podrías".


Brilla, resplandece, contagia.
Escucharé, observaré, sonreiré.

miércoles, 22 de mayo de 2013

Ejercicio autobiográfico


Esta descripción fue redactada inicialmente en el acerca de mí de facebook, la publico de este lado para re-leerla y rescatar algunos elementos para mi semblanza.

Parental advisory:
Si llego no saludo y si me voy no me despido; si se sube una señora con 5 niños y 4 bolsas del mandado en los brazos empujando a todos en el transporte público tampoco le doy el asiento, pero no dudo en levantarme cuando un discapacitado, anciano o mujer embarazada abordan el transporte; en la calle la basura la guardo en mi mochila o bolsa del pantalón y la tiro en el bote cuando llego a casa; no compro pulseras, imágenes ni doy dinero a los lacras que las venden a gritos y amenazas en el camión, pero si veo a un chavito en la calle le disparo algo de comer o tomar para el 'bajón'; me gusta la felicidad y la paz pero me incomodan las bromas espontáneas y las carcajadas absurdas que les siguen; ayudo a la gente siempre que está dentro y en mis posibilidades -es algo que me satisface pero soy prudente y sé cuando mantener la distancia-; no me gustan las risas triviales ni los bailes, prefiero la tranquilidad de mi hogar, el silencio y un buen libro o disco; adoro a mi país y no a su gente (déficit de materia gris en mi articulación temporo-parietal quizá); soy la persona con más auto-control que conozco, nunca me exaspero, y tres años de experiencia en servicios de seguridad ayudan (o perjudican) mucho y es por ello que evito los conflictos junto con los seres básicos y trogloditas que los provocan; prefiero innumerables etiquetas que tener que darle explicaciones a un juez cívico. No celebro días festivos y soy de la idea de que el alcohol es para 'consentir y deleitar' al paladar no para hacer amigos; el valor está en nuestro comportamiento, educación y aptitudes, no lo contiene una botella de alcohol, un six-pack o un tonaya. Tener cultura (o ser 'intelectual' como algunos le llaman), se demuestra cuando ayudas a quién necesita de ti, no dando asco al subestimar al prójimo con actitudes presuntuosas. 

Soy una persona 'bien acá', con bastas broncas, virtudes y defectos. Serio, distraído, inculto, talegón, sarcástico, mamón, sociópata, impertérrito, pseudo-melómano, cachondo, misterioso, negligente, irascible, sinvergüenza, cínico, farol, a veces mentiroso y arisco; no soy activista ni vegano, pero gusto de madrear o hacerla de pedo a quiénes veo maltratando a un animal en la calle. Eterno amante del Rock Progresivo, Jazz, Avant-garde, Post-rock, literatura, poesía maldita, milfs, pintura, surrealismo, teens, los fractals, salvia divinorum, arte abstracto, los pinceles, el bajo eléctrico, los tacos de pastor con piña, cameltoe, las ciencias forenses, la fotografía, las caguamas (27%+), el Krav Maga y esas películas intrépidas y bizarras de bajo presupuesto que muchos prefieren no ver.
NO soporto a personas egocéntricas, arrogantes y omnipotentes -desagradablemente abundantes en estas redes-, pero es entretenido analizarlas como los caprichosos bichos raros que son, siempre demandando exasperadamente toda la atención de su reducido círculo social, distorsionándose, alterándose y derramando sus complejas finuras verbales y gramaticales a la mínima provocación sin respeto alguno, inclusive hacía su propia sangre. ¿cómo no liberar serotonina?.

Bienvenido sea quien guste quedarse, aceptarme o agregarme -me agradará conocerle y aprender de usted, (me cae de madre)- y en el caso opuesto, la web está muy grande como para andar desperdiciando el tiempo de su valiosa, inestimable y muy productiva existencia en este espacio.

Soy Eduardo HB (Eddie pa' los cuates), el Wyvern, el vampiro, el todasmías, el avant homs, el diablo, el rufián, el jimmy etc, un chilango más en esta red de chisme, falsedad y ridícula pretensión. Un gusto saludarle y le confieso que nunca supe andar en bicicleta.


Si no puedo ser yo mismo...

jueves, 2 de mayo de 2013

Otra vez

Palpitación, reencuentro, astío, lujo, incertidumbre, vestigio, descontento, fatiga, tenacidad, tedio, descontrol, trayectoria, principio, final, osadía, resaca, mente, percepción, incomprensión, destilo, solvente, grabado, sol, arena, polvo, viento, olvido, memoria, flashback, eco, prodigio, omega, catársis, desengaño, tragedía, vértigo, locura, un acorde, distancia, un sostén, dislexia, poder, fragancia, argumento, un olvido, una creencia, una carencia, un color desvanecido entre la ausencia de luz en esta habitación.
Estuvo, está, tal vez se fue, tal vez no cesa, tal vez perdí, tal vez gané. Un perdón se esfuma, un olvido resplandece y la voz de un fantasma siente el todo de esta tierra repleta de fuego que hiela las partículas más necias de mis tuétanos. Un rostro comienza a sobresalir de mi lienzo, no me mira a mí. Eres tú en quién tiene fijas sus cuencas, sonriéndote con ironía mientras ocupa tu lugar en mi papel. Miro una vez más y la intermitente de mi iPod indica que falta tiempo para poderme acompañar en la próxima aventura y sólo me queda el tiempo, lo más, lo menos. Un láser de espasmos espaciales dónde mis ideas pueden generarse y mis proyectos dar a luz a los bocetos de mi psique:



Soy todo y un fantasma
Un eco y la caída
un suspiro y tu sonrisa.
un letargo sin gloria.

HB

domingo, 3 de marzo de 2013

03 a mi 51 en 10.

Despertar. Preparar la ducha con la agónica pereza de que un día más está por dar inicio. Llegar a clase rosando la tolerancia de tiempo, escuchar, callar, protestar, volver a callar, protestar de nuevo, iniciar el debate. Cambiar de clase, escuchar, callar, protestar, volver a callar, protestar de nuevo, ganar el debate. Una de la tarde, correr al taller, pintar, crear, escuchar, aprender, crecer. Volver a ver esos ojos miel, después de 10 meses, correr a casa. Comer, cambiar de tennis, revisar mails, enterarme de las noticias del día y actualizarme sobre las tendencias del momento. Tarea, diseñar la revista, buscar recursos y tips para el podcast. Una publicación, lecturas mal escaneadas, información incompleta, más pendejadas de mis classmates. Otra publicación, más lecturas, ruido en casa, la música lleva 3 horas pausada. Editar el vídeo, poner de nuevo la música, salir a imprimir a falta de cartucho en casa. Volver a pintar, dibujar, continuar leyendo el libro. Las 2:00 am, descansas. No descansas, tu insomnio no te lo permite y tú tímpano capta cada sonido en 250 metros a la redonda. Ladridos, camas rechinando, televisiones, camiones, torbellinos de agua reverberando las tazas de baño. Las 5:00. Levántate de nuevo.

Nina Galindo decía que "habrá un tiempo", porque "esta pinche vida muy poco da". No lo encuentro aún. Enrique Ortíz escribió que "amaneces con los puños bien cerrados y la rabia insolente de tu juventud". Ya no estoy tan joven. La señorita Planas dijo que cuando viera la luna estuviera dónde estuviera, la recordara... por siempre. Salgo al baño y la oscuridad del pasillo se rompe por el plenilunio que traspasa los cristales del domo neutralizándome, ultrajándome, desmoralizándome con todo el esplendor de su brillo, y en la fortaleza de mi debilidad retumban las palabras de César Andino cuando dijo: "vivo encerrado en palabras que obvié, las que nunca pude decirte con mi voz". Pienso en sus ojos mientras orino, la luna "está espléndida y todo lo ilumina", pero Planas no está más aquí para dar un paseo.
Salgo de la escuela, camino por la avenida principal que lleva a mi casa y me cruzo con esa mujer hermosa, buenísima, imponente, con esa frescura que tiene cuando están recién bañadas; su cabello deslizándose vulgarmente sublime contra el viento (sin voltear a verme, esta ves), y cuando la fragancia de su shampoo y perfumes recorren mis fosas nasales, Mike Patton me grita con feeling que "you want it all, but you can't have it".
"Broken hearts are for assholes" me recuerda también  Frank Zappa cuando pulso el random, pero lo tengo que pausar porque alguien está gritando mi nombre a lo lejos y tengo que dejar los bolígrafos sobre la mesa y suspender mi trabajo para salir y responder con fatiga rebuscada que no necesitan gritar de nuevo y que ya escuché, "la tierra tiembla bajo mis pies".
Regreso de mis asesorías tratando de despejar la mente porque Auserón opina que "la cosa pierde color cuando lo piensas dos veces", mientras observo el rojo de la tarde desde la carretera cuando se eleva una tonada y la música huye lejos. Despierto a media noche y la voz de Jenrik Ohme me pregunta "If I tell you what I'm seeing, can you tell me what is true?". 

Así me remonto al 2005 cuando lo único relevante en la vida que me rodeaba era saber "qué rica estaba la manzana que colgaba de la ramita". Aprender es difícil para alguien que creció y se educó solo a base de muchísimos errores y que después de las derrotas, se obsesionó con crecer, madurar y conocerse a sí mismo mientras la Dantesca mutabilidad del tiempo va destrozando las pocas memorias de la vida ñera tan agitada que tuve en mi adolescencia. Compruebo también que las ambiciones nunca dejan de asechar tu futuro mientras avanzas a paso firme, impertérrito a las adversidades, consciente de que para mi naturaleza holgazana, cualquier distracción resulta catastrófica, como aquella vez en zona Norte, o como aquella ves, en otro lado, o cómo sucedió aquí, hace no mucho tiempo.

Pero "de mí, solo lo que ves", dijo Gustavo y si no fuera por las rolas que hacen el soundtrack de mi existir, en estos momentos estaría jugando baraja con Dimebag Darrell.
El coraje, el odio puro y las malas experiencias también se pueden canalizar para lograr tus ambiciones sin necesidad de tocar la puerta de un consultorio psicológico o psiquiátrico. Hoy estoy agotado, cansado, desvelado y un poco más sediento de beber el fuego de ese mundo al que quiero entrar, mientras exhalo el hielo que los motivos de mi vida ñera edificaron en mis venas.



Tomo el encendedor y la pipa, está llena. 
Los observo durante unos minutos pero estoy muy ocupado para drogarme, los guardo. 
Comienzo redactar mi ensayo para filosofía y pongo play a 2 de octubre:




sábado, 5 de enero de 2013

Identidad


¿Quién soy? ¿quiénes somos? ¿soy siempre el mismo? ¿necesito saber quién soy? ¿soy lo que quiero ser o soy lo que otros necesitan que yo sea?

La palabra identidad proviene del latín idem que significa lo mismo (lo que se repite siempre igual). Parecería que para responder la pregunta acerca de nuestra identidad, deberíamos encontrar algo inmutable en nosotros, algo que no cambia nunca, pero ¿se puede pensar la identidad así en el mundo de hoy?, ¿se puede encontrar algo que no cambie en un mundo dónde todo cambia? Tal vez una identidad estable nos brinde un poco más de seguridad y nos ayude a entender quiénes somos, pero, también, tal vez, nos asfixie y nos condene a abandonar la búsqueda, ¿o alguien cree que la pregunta por la identidad tiene respuesta?

El principio de identidad es uno de los principios que la filosofía occidental ha postulado para ordenar lo real, el mundo que nos rodea. La identidad nos asegura que cada entidad es idéntica a sí misma, osea, que cada cosa es lo que es, y no es otra cosa. La identidad es lo que define la naturaleza o esencia de cualquier entidad, sea una cosa, una persona o un grupo, esta naturaleza puede ser reconocida por sí misma sin considerar sus elementos accidentales.

Por ejemplo: yo soy yo, y esto define mi identidad (es lo que no cambia), mientras que resulta secundaria la ropa que utilizo, el color de mis greñas o las diferencias con el resto de mis compañeros de clase, no es que no sean importantes pero en términos absolutos, habría como un Yo en mí mismo, totalmente independiente de otros factores accidentales como el color de mi cabello, mis dientes, mis ideologías, mi religión, mis prácticas de consumo o de cualquier otro factor accidental. A esta forma tradicional de pensar la identidad se le llama con el nombre de esencialismo. Una esencia es por definición, aquello que hace que algo sea lo que es y no otra cosa, algo que se mantiene sin cambiar mientras todo el resto puede modificarse, ¿qué es lo que nunca cambia de mí y que podemos, por ello, considerar mi esencia? La respuesta fácil sería separar en mi, mis ropajes de mi esencia, es decir, tendríamos por un lado mi vestimenta, mies consumos, mis hobbies, practicas cotidianas, mis costumbres, todo lo que me conecta en fin con mi aquí y ahora. Por otro lado, si descartáramos todas estas características circunstanciales, Yo seguiría siendo Yo, osea, me encontraría supuestamente con mi esencia, con algo más profundo que me define. Y sin embargo, este supuesto Yo desnudo no está todavía inscripto en un aquí y ahora, digamos, todavía Yo tengo un nombre, ¿y no es el nombre también, un producto de la cultura? ¿no hay algo más allá de lo circunstancial, de los accidental que hace a cada persona?
Si la respuesta es sí, estamos hablando de esencias. Si la respuesta es no, se nos empieza a desmoronar un concepto clave del pensamiento occidental, porque si no hay nada más allá de las circunstancias que definan lo que Yo soy, ¿cómo sabría que se trata siempre de mí?

Una esencia es por definición aquello que hace que algo sea lo que es, y no otra cosa.

De todas maneras, el esencialismo tiene problemas más grandes cuando pasamos de pensar identidades individuales a identidades colectivas; como la sexuales, las religiosas, las culturales y las nacionales. 
Una lectura esencialista de la nacionalidad plantea, por ejemplo, que existe un ser nacional, o una mexicanidad con una naturaleza clara y definible, pero en países de una larga tradición étnica e inmigratoria como el nuestro se vuelve realmente difícil saber cuáles son sus características. 
Lo importante es cómo se fundamenta esta idea, porque una cosa es que se puedan identificar ciertos patrones de comportamiento cultural del mexicano y otra cosa es querer justificar una esencia nacional, como si existiese un ADN mexicano por haber nacido en este territorio. En nombre de la esencia mexicana se han excluído y se siguen dejando fuera a muchos mexicanos.
¿Y si lo que denominamos identidad en sentido estricto no existe? O mejor ¿qué pasa si lo que consideramos esencias no son más que construcciones de sentido hechas por el hombre de acuerdo a intereses, procedencias o contextos particulares? ¿qué pasa si pensamos que la idea de esencia responde también a una cuestión de poder?

Esto es, a pretender fijar una idea particular como si fuese una idea verdadera para que nadie pueda modificarla. Qué pasa si cambiamos el fundamento mismo de la identidad y empezamos a pensarla más que como una certeza, como una búsqueda, qué pasa si en vez de preguntarnos ¿quién soy?, nos preguntamos ¿qué voy siendo?, ¿cómo me voy creando mejor a mí mismo? ¿qué pasa si entendemos que todo lo que pensamos como natural, lo que concebimos como naturales, no es más que una construcción de sentido? 

Contingente es un termino que se opone a necesario, la contigencia postula que las cosas siempre pueden ser de otra manera; mientras que la necesariedad sostiene que las cosas de una única manera y así son para siempre. Por ejemplo: es necesario que un triángulo tenga tres ángulos para ser triángulo, pero es contigente que esta computadora con la que estoy escribiendo sea negra, porque podría ser blanca, y seguiría siendo computadora. 
Una identidad contingente subraya el carácter cambiante de lo real, las cosas devienen siempre porque su sentido que es establecido por los hombres cambia siempre. 

Para los antiguos griegos el hombre era un alma encerrada en un cuerpo, mientras que para nosotros, hoy, somos una especia más entre otras de las que habitan este planeta y estamos en constante transformación, pero, ¿hay un ser humano en si, hay una definión de la esencia del hombre o el hombre es un ser contigente que se está transformando o reinventando todo el tiempo?
Hay un filósofo griego llamado Heráclito de Éfeso, que es también conocido como el oscuro, porque de él nos han llegado muchos fragmentos de su obra escrita en un tono enigmático, misterioso, poético. Él decía: “Nadie puede bañarse dos veces en el mismo río”, esta frase famosa de Heráclito pasó a la Historia porque representa la vigencia del cambio sobre todas las cosas, ¿qué quiere decir esto? Que nosotros somos como un rio y estamos todo el tiempo cambiando. Cuando tratamos de entender quiénes somos, si somos siempre el mismo, está bueno volver siempre sobre esta frase para darnos cuenta que como un rio, a cada hora, siempre estamos siendo otros.

Lo que concebimos como naturaleza, no es más que una construcción de sentidos.
Si uno está siendo otro todo el tiempo, ¿es cuestión de elegir cada uno la identidad que uno quiere?
Lo contrario al esencialismo no es una sociedad dónde un conjunto de yoés, eligen libremente qué quieren ser a cada hora del día. Esta forma de entender la identidad confunde identidad con consumo. En una sociedad de consumo nuestras identidades culturales están atravesadas por el consumo cultural y las marcas se hubican por encima de los productos, esto hace ingresar a la identidad en el terreno de las estrategias de marketing, ¿pero si somos lo que consumimos, no somos lo que otros quieren que seamos?


La identidad en definitiva, es un texto, es un relato que nos hacemos nosotros mismos, sobre nosotros mismos, nos contamos a todo momento lo que somos. Nos contamos para contarlo.
Cuando el profesor me pregunta sobre quién soy, qué hago y comienzo a hablar de mi mismo, no está poniendo en juego toda su verdad. Lo que hace en parte consciente y en parte no, es combinar una serie de variables que dan como resultado lo que yo soy en este momento. Lo que yo quiero ver de mi mismo, lo que puedo. Lo que hago es interpretarme. Siempre estamos interpretando, recortando, parcializando, somos en el mundo. 

Estamos en un mundo social, cultural, de género, de clase, por eso si estoy todo el tiempo cambiando, resulta fundamental estar abierto a lo que puede inspirarme al cambio, estar abierto a los otros, estar abierto a lo que puede contaminarme,. Una identidad cerrada supone que quede afuera siempre algo que se invisibiliza, lo otro, lo extraño, se vuelve invisible, incompresible o intolerable. La identidad se juega en el terreno de lo propio, y lo propio se consolida encerrándose, amurallándose. Por eso la presencia del otro, la irrupción de lo extraño va desarticulando estas murallas, mostrando que en definitiva, todos somos otros. Nada hay en estado puro en este mundo, todo es mixto; no hay etnias, nacionalidades, religiones que no se vayan constituyendo en el contacto con lo diferente ¿qué mundo en definitiva queremos? ¿un mundo sólo para los semejantes, o un mundo abierto para todos?

domingo, 25 de noviembre de 2012

Serenidad

El ocaso se manifestaba sobre un paisaje hostil, asediado y de abundante pestilencia, eran tiempos difíciles y el mañana era inconsistente, sobre la extraña avenida había un viejo camión que alguna vez llenó de alegría a miles de voces inocentes con tan solo dejar correr una pequeña melodía conocida universalmente. Ahora los conos de chocolate y fresa se perdían entre el óxido que devoraba velozmente aquel vehículo inerte, desvalijado y camuflado en carmines nauseabundos; una nausea tan común y peligrosa que no percibirla o respirarla demasiado sólo significaba un miedo constante, impredecible y terriblemente cotidiano. Al otro lado de la acera, un edificio en obra negra se perdía entre las penumbras que comenzaban a devorar la luz; en lo alto de esa vieja construcción yacía nuestro campamento, silencioso entre putrefacción, misterio y circunspección, en un silencio tan estrictamente necesario para la supervivencia diaria en esos tiempos tan dramáticos.
La sábana deshilachada que usaba el vigilante en turno dejó de ondearse y las pesadas puertas del camión de volteo por las que se accesaba al segundo piso de la obra se cerraron. Un pequeño sollozo de advertencia indicaba que una horda de nauseabundos y pútridos seres no tan humanos como alguna vez lo fueron se acercaba tan rápidamente como sus lánguidas extremidades se lo permitían. Los chapanecos, el conde y yo quedamos desprotegidos, nuestra única opción era refugiarnos en la vieja vidriería junto al taller mecánico justo frente del camión oxídados de los helados. La cortina de la vidriería no era del todo segura (carecía  de una gran sección que habíamos desoldado previamente para la escalera improvisada que daba a la azotea de nuestro edificio), y tuvimos que arrimar el mostrador de madera y cristal tan silenciosamente como nos fue posible, mientras aquellas criaturas comenzaban a aproximarse y subían a la parte trasera del camión de helados. Un stand más y nos internamos al lote repleto de llantas y cacharros oxidados, sólo nos quedaba esperar a que la apestosa multitud de criaturas pasaran de largo sin detectar nuestra presencia para no ser destripados en segundos. Cualquier ruido o depredador biológico que pudiera amenazarnos o advertir nuestra presencia en aquel lugar tenía que ser eliminado, los tiempos no estaban para conservar las especies y la nuestra había provocado la extinción de la vida como la habíamos conocido en los últimos siglos; la noche anterior una rehala de gatos comunes liderados por un lince ibérico sobreviviente de un zoológico cercano habían atacado el grupo en busca de alimento y uno de los chapanecos hundió su rambo sobre las gargantas de los felinos, cuyos cuerpos yacían entre esos carros oxidados que teníamos de frente y el aroma a carne fresca comenzó a atraer aquellos derrengados pero voraces primates sin pelo antes civilizados y miembros de una urbe ya inexistente y distante de aquel desolador paisaje, de aquel viejo taller mecánico que comenzaba a rodearse de delgados y hambrientos vestigios de humanidad.
Cómo si de un maldito videojuego de supervivencia se tratara, esa multitud atrajo a una enorme entidad amorfa y musculosa con enormes espolones al final de ambas extremidades que se aproximó con cautela mientras se habría paso a zarpazos entre aquella multitud de putrefacción que, aunque carentes de conciencia racional, se fueron apartando del paso de aquellas enormes garras. La entidad llego hasta la reja y junto con el Conde, subimos entre las chatarras con retazos de automóviles en las manos para impedir que la entidad pudiera penetrar. Un enorme salto mayor a los dos metros, le bastó para rebasar el límite de la reja, encontrándose con una puerta de volkswagen que el conde le arrojó con todas sus fuerzas sobre el toráx de la bestia y esta cayó de nuevo sobre la banqueta que rodeaba aquel taller, seguido por una lluvia de tabiques, llantas y piedras que no ayudaron de mucho para detener al ente que amenazaba con destazarnos en cuanto tuviera la oportunidad de sacudir aquellas poderosas extremidades sobre nuestros cuerpos. Mientras el poderoso ser se incorporaba de nuevo, los chapanecos arrojaron de la azotea de la vidriería una parrilla soldada con retazos de metal que seguramente había servido de estufa para los antigüos dueños del taller, y si había una parrilla, tenía que haber algún tanque de gas en las próximidades. Rafa, el chapaneco mayor lo encontró y arrojó de inmediato sobre la criatura, seguido de su encendedor zipo que tanto se esmeraba en mantener brillante. La flama alcanzó el tanque, pero su contenido solo logró arrojar al engendro  a un par de metros de distancia y zarandear una pila de chatarras que cayeron fuera del taller y destrozaron la delgada reja que nos separaba de la deforme entidad. 
Habíamos ganado un poco de tiempo, pero el campamento seguía muy lejos de nosotros para ir allí y exponer a los demás a una muerte inminente, teníamos que enfrentar por nuestra cuenta a aquel andrajo o sucumbir en el intento sin arriesgar a los nuestros, era la ley que en conjunto habíamos acordado desde el inicio de esa guerra absurda contra un mundo de criaturas lánguidas antes humanas que amenazaban con destripar a los pocos que quedaban de nuestra especie. Tal cuál se tratase de una película hollywoodense, nadie sabía cómo había iniciado esa pesadilla, una histeria colectiva invadió las calles y el planeta se sumergió en el caos; no se necesitaba de mucha imaginación para saber lo que pasó después, miles murieron y unos cuantos más seguíamos resistiendo escondidos en aquel edificio en obra negra a 200 metros del taller mecánico dónde tratábamos desesperádamente de pensar en algo antes de que ese ser se levantara furioso para degollarnos.
En la cobacha que hacía contra-barda con el local de la vidriería, había un montículo de cadenas no tan eficientes para frenar a la enorme y poderosa criatura que seguía desorientada por la explosión a no más de 6 metros de nosotros; su sangre, además de ser altamente cáustica, convertía en nefastas mutaciones a los pocos seres que sobrevivían a esas enormes garras repletas de gelatinosas estructuras musculares que volaban por el aire cada vez que sacudía sus violentamente sus brazos. Vimos esos restos de carne gelatinosa sobre el piso y uno de los chapanecos volteó hacía los cadáveres inertes de los felinos que teníamos a un costado, lo pensé y me pareció un suicidio, pero por cuenta propia no podríamos sobrevivir a esos potentes espolones que entre espasmos comenzaban a moverse nuevamente. Tomámos los restos con la punta de los rambos y apuñalamos nuevamente a los felinos; en segundos comenzaron a convulsionarse y de lo más profundo de sus gargantas estallaron lastimosos alaridos y que se fueron convirtiendo en poderosos rugidos estridentes que retumbaron en la inmensa oscuridad. Los gatos domésticos tomaron una fatídica y abominable apariencia, se transformaron en poderosas bestías de unos 130 kilogramos y que rebasaban el 1.20 de altura, mientras que el lince ibérico mutó en un dantesco depredador que enfocó su vista de inmediato en la otra entidad que para entonces ya estaba de pie buscándonos y contemplaba la escena mientras los chapanecos, el conde y yo nos refugíabamos bajo un montón de llantas en una esquina del viejo taller mecánico. Los 3 gatos fueron los primeros en atacar a la criatura de espolones, uno de ellos cayó partido por la mitad de inmediato mientras uno se aferró de su brazo y el otro lo abordó por la espalda; era una espectáculo impresionante, la mezcla de alaridos e inarmónicos rugidos era ensordecedora, mientras los vehículos oxidados de aquel viejo taller mecánico se salpicaban de sangre carmín y terminaban de desvalijarse entre los zarpazos perdidos de las furiosas e insaciables bestias. Una más cayó con las vísceras expuestas junto al camión de helados que se mantenía intacto y el felino restante fue degollado por el poderoso lince que se incorporaba a la pelea; la criatura de los espolones rugió con furia y se lanzó con las brazos preparados para enfrentar al gigantesco y enérgico depredador  que se lanzaba al frente para destrozar a su atacante. El taller quedó hecho trizas, los retazos de chatarras regados por toda la calle y nuestra posición descubierta, era momento de salir de ahí y dejar que las bestías continuaran descuartizándose entre sí. Corrimos al fondo del taller, dónde había un lavadero de concreto que permitía saltar una pequeña barda hacía un callejón que nos permitiría salir del campo visual de las criaturas y buscar la sombra para ocultarnos, el conde fue primero para despejar el camino, algunos entes lánguidos habían quedado atrapados en el callejón, le siguieron los chapanecos  y mientras subía el lavadero, una mirada penetrante me atravesó, voltée y el poderoso felino masticaba un brazo de la criatura de espolones que para entonces estaba descuartizada bajo las garras del lince. Salté la barda y seguimos corriendo sin rumbo, la bestia derrumbó la barda como si de unicel se tratará, tabiques y cemento volaron por doquier y de una enorme cortina de humo emergieron dos ojos carmesí que se fijaron sobre mi, una helada secreción de sudor escurrió por mi sien y comencé a correr tanto como mis piernas me lo permitían, con el enorme lince trás de mí, un salto más y la enorme criatura caería hambrienta sobre mí, podía sentir su aliento sobre mi nuca, era cuestión de segundos para quedar reducido a nada, estaba a punto de ceder cuándo una sensación ardiente me rosó en la misma sien por la que segundos antes escurría mis gélidas transpiraciones; el rugido de la bestia se apagó y el enorme depredador cayó a un costado mío con una humeante abertura en medio de los ojos. Caí de rodillas exhausto tratando de recuperar el aliento mientras mi visión comenzaba a nublarse entre las penumbras de esa exasperante noche, a lo lejos se acercaba una unidad de mercenarios que gritaban algo que no pude escuchar bien debido a una guitarra que conocía bien. La música siguió sonando mientras la oscuridad  aumentaba cada vez más, solo se escuchaba una guitarra y podía sentir un patrón de vibraciones muy cerca de mi, abrí los ojos y dejé que la música de mi celular siguiera sonando, recordaba la rola, era Serenity de Arena y el reloj marcaba las 5:30 am.
Sólo había sido un sueño, comenzaba el día y tenía que empezar otra semana más con la rutina diaria, sin embargo, el arañazo que traía en la nuca era real.



Eddie Hernández.

domingo, 11 de noviembre de 2012

Metalerillos Góticos y Posers

Este fin de semana me pidieron un ensayo escolar para una asignatura de cultura mexicana y lo voy a publicar, porque está erróneo, poco acertado e incita a la incomodidad de los entes que practican estos hábitos "culturales", si no les gusta, cierren la ventana o enriquezcan esta publicación con los finos comentarios despectivos que generan estos temas aparentemente polémicos:


Metalerillos Góticos y Posers: Amalgama del egocentrismo adolescente:

Con toda irreverencia e incongruencia escogí esas palabras, porque es entorno a los conceptos Metalerillo y Gótico de dónde quiero comenzar lo que voy, tal vez a narrar, contar, analizar o criticar, no sé, pero se supone que algo de eso voy a hacer. Para ello, iniciaré conmigo: tendría unos 7 u 8 años cuando me obsequiaron en cassette el EP Rebellion de la banda suiza de black metal Samael, fue de las primeras veces que escuché música con guitarras distorsionadas y voces diarreicas que por aquel entonces fueron de mi total agrado, recuerdo regaños o descontentos por parte de mi parentela cuando me escuchaban tarareando After the Sepulture o Into de Pentagram; ahí nacieron las primeras discrepancias con ellos, el momento en que elegía lo que a mi me gustaba y no lo que ellos querían que a mí me gustara. Mi interés por sacudir la mata iba y venía indistintamente con el paso de los años, pero al cursar la secundaria, tanto la edad como los círculos sociales de la época, una legendaria estación llamada Radio Activo por 98.5 fm y la posibilidad de tener MTV en casa, facilitaron e intensificaron ese gusto por las voces guturales y las rolas que dijeran bitch, devil o fuck up cada 6 segundos. Pasaron unos años, me dejé crecer el cabello, adquirí toda la parafernalia propia de un metalerillo rocanrolero, me afilié a una banda y me volví el supuesto rockstar que siempre quise ser, todos los demás eran unos ridículos comparados conmigo, me sentía la persona más conocedora y fiel al género, practicaba mis gestos más malditos frente al espejo, bebía todo el alcohol que soportaran mis riñones, bombardeaba la casa con guitarrazos de Tony Lommi, Jimi Page, Juan Valdivia, Hendrix, Alejandro Marcovich, y Dave Mustaine entre otros, y con mi experiencia previa en una empresa de seguridad privada, le partía su madre a quienes estuvieran en desacuerdo con mi forma de ser, cosa que me daba algunos puntos a favor con chicas igual de enajenadas que yo. Fue poco el tiempo que tardó mi cuerpo en pasarme la factura de esa vida rocanrolera que llevaba, patrocinándome una breve estancia en el Gea González de la zona sur de esta bonita ciudad, y el hastío familiar llegó a su límite obligándome a buscar un trabajo más estable, y alejarme varios kilómetros de mis partners etílicos con los que tantos porros, puñetazos, latas, rolas y caguamas compartía. 



Curiosamente en la época post-rocanrol que le siguió, sucedió algo curioso, empecé a notar que mis círculos comenzaban a crecer, estabilizarse y me volvía del agrado general de personalidades varias -y no solamente de los dealers o despachadores de la vinatería-; en la casa, cuando no podía conciliar el sueño debido al crónico insomnio que me provoqué, no me desagradaba la idea de leer a William Blake, Oscar Wilde o Henrry Miller, y me conseguí un agradable empleo en una tienda de discos. Fue de esta manera que al querer retomar un poco la vida de rocanrol, las bromas de mis cuates comenzaron a parecerme de mal gusto, mis platicas con las metalerillas se tornaron aburridas para ellas y comencé a notar que tenían muy mala ortografía y una inestabilidad emocional exorbitante, me pregunté entonces si me estaba volviendo un poser, cómo me empezaron a llamar en el momento en que me vieron sin la greñota. Por cierto, en mis años de adolescencia, entendía que un poser era todo aquel muchachón más chico o más idiota que yo, que sólo escuchaba los greatest hits de las bandas ícono de rock y del metal, pero que no conocía un disco completo de los mismos o no sabía pronunciar correctamente el nombre de las canciones y que su apariencia era precisamente una pose de algo que no era. La palabra como tal, me causó incluso cierta nostalgia porque no fue hasta retomar los estudios que volví a escucharla; según la chaviza greñuda, el término aplica para todos los que sean más chicos y menos conocedores que quién los esté criticando y se puede extender a otras tribus urbanas, no es exclusivo de los metalerillos, todos los jóvenes sin personalidad, sin culto, sin corazón y con ideologías banales, absurdas, mediocres e ignorantes corren el riesgo de ser unos posers, ¡Ay güey!. 



Pretendo conjugar bien sabroso todo esto, pero se me están escapando los góticos, otra... me atreveré a denominarle 'subdivisión' de la rudeza juvenil. El gótico es un sicario del romance lírico, un dalai lama de las artes escénicas, el Pedro Infante de la melancolía e incomprensión social, un Nikola Tesla de la depresión y el Ron Jeremy de los cultos satánicos, muchas veces, también un poeta frustrado con déficit de atención paternal en la infancia.. ¡Exacto! Como los metalerillos y los posers, que también él acostumbra a criticar bastante. 

Tanto góticos, como metalerillos y los pobres y perseguidos posers tienen ese punto de partida en común: hijos de padres muy jóvenes que se ven en la necesidad de trabajar y dejar solo al niño en casa, privándolo de los lazos afectivos tan necesarios a temprana edad; para compensar esa falta, a los metalerillos les compran su guitarra y les dan 100 pesos para sus clases en el centro comunitario de su colonia, mientras que a los góticos los meten a clases de actuación o les compran Drácula de Bram Stocker para que se entretengan en su ausencia. Con el pasar de los años, en los jóvenes se va creando un recelo (según yo) por ese abandono que conjugado con la rebeldía adolescente y relaciones con amiguitos correligionarios dan como resultado, esa exquisita terquedad y afán de siempre querer llevarle la contraria a todo mundo y refugiarse detrás de esa expresión similar a la que debe de tener una persona que no ha podido evacuar en 4 días y que matizándolo de un maquillaje negro, semblante pálido, ojos delineados, playeras con logotipos de bandas bien ponchadas, medias rotas, botas a la Marilyn Manson, mechones de cabello a la Tongolele, uñas pintadas, pulseras de piel, anillos, blusas de encaje, pupilentes blancos, amarillos, morados, collares, tags del ejercito con su nick de Internet grabado en ellos, alfileres, aretes, rondanas o corcholatas colgando de los labios y orejas, terciopelo púrpura o magenta dan como resultado una endemoniada y furiosa legión de Erzébets, Lestats, Hetfielts, Korvux, Smiths, Helvetes, Filths, Thrashers, Anarkistas, Nekromantics, Lombardos, Scarletts, Warcries, Lincourts, Hammets, Bathorys (y algún desubicado “MetHaleRitU eMoXitH0”). Verdaderos engendros del mal, adoradores de satán y furiosos ególatras, fanáticos de Metallica, Slash o Burzum, folladores de muertos y alabadores de los abortos clandestinos, con baphomets en los brazos, rosas negras o árboles de cerezos tatuados en el torso y muñecas laceradas con cutters o rastrillos culpando a la sociedad por sus problemas existenciales, por la mediocridad de las masas y por no haber nacido en estados unidos, noruega o londres, dónde las sociedades son 'más tolerantes y de mente abierta'. 
Tendrán más problemas que Benedicto XVI justificando las acciones de Oliver O'Grady y Marcial Maciel, pero eso no impide que se sientan pertenecientes a las élites oligárquicas de las culturas oscuras y underground de estados unidos y Europa; cada que se les viene a la mente una buena frase o una buena idea, la apuntan en un cuaderno, lo transcriben a su facebook y aderezada de una foto en blanco y negro tomada en el panteón local, etiquetan a todos sus contactos del Facebook para que analicen y aprueben sus poesías malditas; en el caso del metalerillo, valiéndose también de su enorme egocentrismo de guitarrista de rondalla escolar tira críticas brutales y demoledoras a los posers por ser unos pendejos, por no saber tocar en Do o por escuchar Slipknot, actualiza su estado cada 2 minutos con videos ponchados de youtube que los ayudan a “drenar su alma y su dolor”, todo escrito en letras mayúsculas como si de esa forma se leyera más fuerte, una pésima ortografía e ideologías pretenciosas, rebuscadas o arrogantes con el único afán de entablar lazos con gente 'apasionada' como ellos por escuchar 10 veces In A Gadda Da Vida, Paranoid, The Tropper, Whole Lotta Love, Breaking the Law, o bien, y mejor aún, que comparta su odio y desaprobación hacía los posers, que no son más que chavos que no rebasan la mayoría de edad, neófitos de las tribus urbanas y que están empezando a ampliar sus círculos sociales, identificándose con determinados grupos culturales. 

El verdadero odio hacia estas personas entre la chaviza, tal vez radique en que son los posers quienes reciben un abrazo o la comida caliente cuando llegan a su casa, mientras los metalerillos y góticos terminan un fin de semana a las tres de la mañana bastante alcoholizados bailando Ojitos Mentirosos, el Paso del Gigante, la Huaracha Sabrosona o perreando en algún patio de vecindad de la ciudad de México. 

La sociedad juvenil ha construido una justificación a sus patologías y problemas existenciales, evadiéndose a sí mismos con música a niveles ensordecedores, midiendo el valor de conocimiento según el número de conciertos de greñudos a los que han ido, las veces al día que han declarado públicamente que el mundo es una mierda y que la música distorsionada es lo único que da sentido a su existencia; cuando su realidad no está muy alejada de ser moldes estéticos productores de odio y racismo hacía ellos mismos, cursis reprimidos y niños berrinchudos con déficit afectivo, ideales que sirven de mucha inspiración para reafirmar los clichés hollywoodenses nacionales o imagen de rebeldía y vandalismo en las novelas de Televisa. Es tanta la necesidad de aceptación y afecto del mundo exterior y entorno familiar la que el adolescente exige a gritos mudos, que se ve obligado inconscientemente a buscar la auto admiración y venerarse a sí mismo, volviéndose su único centro de atención, refugiándose en ese cálido manto ideológico que la tribu urbana (aparentemente fuerte, única y agresiva) le proporciona y con la que se ve identificado; sin embargo, el único culto que estos jóvenes realizan es un culto al narcisismo, a la egolatría, a la soledad, a la auto aceptación, un culto al amor propio, a ese amor que tanto necesitan sentir dentro de sí, un culto que carece de sustento porque la parafernalia que vistan, la apariencia que quieran mostrar a la sociedad se va con la juventud, con ese talento nato de intensificar las trivialidades de su vida cotidiana y por más 'accesorios', retoques en photoshop y cosmetología que se apliquen en la jeta, por más shampoos, mousse y cremas que utilicen en las greñas, todo eso se irá junto con muchos de los problemas que tanta necesidad les provoca ser únicos y criticar al poser, al inculto, al subnormal. Tal cuál el hípster critica al snoob, el skate al chaka, el chaka al wachiturro, el swagger al reggaetonero, el friki al otaku, el anarquista al punkie y una larga lista de etcéteras y jovenes que dan vida a esa masa amorfa tan hambrienta de aceptación a la que llamé amalgama del egocentrismo adolescente.







Fotografías tomadas de la página de Facebook:
Posers, ridiculeses y mas



Complemento, Noviembre 12, 2012:


Suena a la disculpa de alguien que alguna vez lo fue, pero que nunca se "enteró" o se documentó sobre esos movimientos y que al final terminó odiándolos porque nunca pudo pertenecer a ellos!!” Comenta una mujer de 24 años, después de leer lo anterior.

Ya creciste, tanto, que pareces un viejo, un viejo que ríe de las pendejadas y las reconoce por que ya las hizo, un viejo que ya no pertenece a ninguna tribu, porque ya no tiene nada que demostrarle a nadie, ni siquiera a sí mismo” Comenta un amigo de 29.

Las referencias, memorias, opiniones o estupideces que redacto en estas líneas están basadas en una autocrítica, en la experiencia que yo tuve durante mis años de adolescencia (disfrutando plenamente, por cierto), y que ahora, echando un vistazo al pasado me divierto recordando tantas cosas que hice en esos años. El sentido de pertenencia y el mar de dudas que se nos despiertan desde la pubertad son de carácter biológico, social y tal vez cultural, y es de ahí, de la cultura por dónde tendríamos que echar un vistazo a los aspectos que rigen nuestros valores y la manera en que somos educados. Muchas personas además de esta mujer que aprecio mucho, se sintieron profundamente incómodos, molestos, indignados , 'encabronados' se burlaron con lo que redacté  y publiqué aquí; quizá no entendí y sigo sin entender la razón de esos movimientos culturales que han estado presentes en la sociedad por años, quizá soy un ridículo, un apantallador, un poser. No lo sé. Quizá, en este ensayo debí de haberme enfocado a analizar y proponer algún tipo de solución para estos problemas que genera la falta de atención en casa, en ese patrón interminable de predisponerte al comportamiento y falta de información que tuvieron nuestros padres en su juventud; en dado caso, la propuesta sería concientizar sobre el daño que provocamos a los demás con nuestro individualismo, con nuestra frivolidad o con ese egocentrismo y otra larga etcétera de adjetivos que nos siguen rigiendo desde lo más profundo de nuestro árbol genealógico, y que aportan tanta solidez a esa cadena interminable de errores que vuelve sigue reafirmándose generación con generación. Este ensayo sería muy interesante si alguien lograra detenerse unos segundos a pensar sobre lo que yo comparto, echar un vistazo a su condición, pero es más probable que se indigne y me miente la madre. Yo ya dejé el denominado 'estilo de vida' de un metalerillo, rockerillo o lo que tratara de ser (aunque conservo algunos retazos del outfit característico), quedó atrás esa furia, el enojo con la sociedad y la oscuridad, creo que “In the sun I feel as one” y dejé de oler ese espíritu adolescente como dijo Kurt Cobain. Las “Rocka rolla woman for a rocka rolla man” como dijera Rob Haldford, no me convencieron 'Cause she couldn't help me with my mind, según Ozzy. Me paré frente al espejo y dije “Hello me, meet the real me” como Dave Mustaine y mientras Garrobos gritaban “sacude el cráneo” y Jimi Page hacía sonar un solo de Rock & Roll, me puse a hacer tarea alejándome de esa Highway to Hell que mi adolescencia se llevó.



 

"La pura milpa real"




Eddie Hernández