domingo, 3 de marzo de 2013

03 a mi 51 en 10.

Despertar. Preparar la ducha con la agónica pereza de que un día más está por dar inicio. Llegar a clase rosando la tolerancia de tiempo, escuchar, callar, protestar, volver a callar, protestar de nuevo, iniciar el debate. Cambiar de clase, escuchar, callar, protestar, volver a callar, protestar de nuevo, ganar el debate. Una de la tarde, correr al taller, pintar, crear, escuchar, aprender, crecer. Volver a ver esos ojos miel, después de 10 meses, correr a casa. Comer, cambiar de tennis, revisar mails, enterarme de las noticias del día y actualizarme sobre las tendencias del momento. Tarea, diseñar la revista, buscar recursos y tips para el podcast. Una publicación, lecturas mal escaneadas, información incompleta, más pendejadas de mis classmates. Otra publicación, más lecturas, ruido en casa, la música lleva 3 horas pausada. Editar el vídeo, poner de nuevo la música, salir a imprimir a falta de cartucho en casa. Volver a pintar, dibujar, continuar leyendo el libro. Las 2:00 am, descansas. No descansas, tu insomnio no te lo permite y tú tímpano capta cada sonido en 250 metros a la redonda. Ladridos, camas rechinando, televisiones, camiones, torbellinos de agua reverberando las tazas de baño. Las 5:00. Levántate de nuevo.

Nina Galindo decía que "habrá un tiempo", porque "esta pinche vida muy poco da". No lo encuentro aún. Enrique Ortíz escribió que "amaneces con los puños bien cerrados y la rabia insolente de tu juventud". Ya no estoy tan joven. La señorita Planas dijo que cuando viera la luna estuviera dónde estuviera, la recordara... por siempre. Salgo al baño y la oscuridad del pasillo se rompe por el plenilunio que traspasa los cristales del domo neutralizándome, ultrajándome, desmoralizándome con todo el esplendor de su brillo, y en la fortaleza de mi debilidad retumban las palabras de César Andino cuando dijo: "vivo encerrado en palabras que obvié, las que nunca pude decirte con mi voz". Pienso en sus ojos mientras orino, la luna "está espléndida y todo lo ilumina", pero Planas no está más aquí para dar un paseo.
Salgo de la escuela, camino por la avenida principal que lleva a mi casa y me cruzo con esa mujer hermosa, buenísima, imponente, con esa frescura que tiene cuando están recién bañadas; su cabello deslizándose vulgarmente sublime contra el viento (sin voltear a verme, esta ves), y cuando la fragancia de su shampoo y perfumes recorren mis fosas nasales, Mike Patton me grita con feeling que "you want it all, but you can't have it".
"Broken hearts are for assholes" me recuerda también  Frank Zappa cuando pulso el random, pero lo tengo que pausar porque alguien está gritando mi nombre a lo lejos y tengo que dejar los bolígrafos sobre la mesa y suspender mi trabajo para salir y responder con fatiga rebuscada que no necesitan gritar de nuevo y que ya escuché, "la tierra tiembla bajo mis pies".
Regreso de mis asesorías tratando de despejar la mente porque Auserón opina que "la cosa pierde color cuando lo piensas dos veces", mientras observo el rojo de la tarde desde la carretera cuando se eleva una tonada y la música huye lejos. Despierto a media noche y la voz de Jenrik Ohme me pregunta "If I tell you what I'm seeing, can you tell me what is true?". 

Así me remonto al 2005 cuando lo único relevante en la vida que me rodeaba era saber "qué rica estaba la manzana que colgaba de la ramita". Aprender es difícil para alguien que creció y se educó solo a base de muchísimos errores y que después de las derrotas, se obsesionó con crecer, madurar y conocerse a sí mismo mientras la Dantesca mutabilidad del tiempo va destrozando las pocas memorias de la vida ñera tan agitada que tuve en mi adolescencia. Compruebo también que las ambiciones nunca dejan de asechar tu futuro mientras avanzas a paso firme, impertérrito a las adversidades, consciente de que para mi naturaleza holgazana, cualquier distracción resulta catastrófica, como aquella vez en zona Norte, o como aquella ves, en otro lado, o cómo sucedió aquí, hace no mucho tiempo.

Pero "de mí, solo lo que ves", dijo Gustavo y si no fuera por las rolas que hacen el soundtrack de mi existir, en estos momentos estaría jugando baraja con Dimebag Darrell.
El coraje, el odio puro y las malas experiencias también se pueden canalizar para lograr tus ambiciones sin necesidad de tocar la puerta de un consultorio psicológico o psiquiátrico. Hoy estoy agotado, cansado, desvelado y un poco más sediento de beber el fuego de ese mundo al que quiero entrar, mientras exhalo el hielo que los motivos de mi vida ñera edificaron en mis venas.



Tomo el encendedor y la pipa, está llena. 
Los observo durante unos minutos pero estoy muy ocupado para drogarme, los guardo. 
Comienzo redactar mi ensayo para filosofía y pongo play a 2 de octubre: